Dios usó la manera en que Daniel fué librado del foso de los leones para crear una impresión favorable en el espíritu de Ciro el Grande. Las magníficas cualidades del varón de Dios como estadista previsor indujeron al gobernante persa a manifestarle gran respeto y a honrar su juicio. Y ahora, precisamente en el tiempo en que Dios había dicho que haría reedificar su templo de Jerusalén, movió a Ciro como agente suyo para que discerniera las profecías concernientes a él mismo, bien conocidas por Daniel, y le indujo a conceder su libertad al pueblo judío.
(PK 557.1)
MC
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Cuando el rey vió las palabras que habían predicho, más de cien años antes que él naciera, la manera en que Babilonia sería tomada; cuando leyó el mensaje que le dirigía el Gobernante del universo: “Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste; para que se sepa desde el nacimiento del sol, y desde donde se pone, que no hay más que yo;” cuando tuvo delante de los ojos la declaración del Dios eterno: “Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; púsete sobrenombre, aunque no me conociste;” cuando leyó en el registro inspirado: “Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones” (Isaías 45:5, 6, 4, 13), su corazón quedó profundamente conmovido y resolvió cumplir la misión que Dios le había asignado. Dejaría ir libres a los cautivos judíos y les ayudaría a restaurar el templo de Jehová.
(PK 557.2)
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